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1Estas son las palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, uno de los sacerdotes de Anatot, ciudad de la tierra de Benjamín.
2El Señor le dio mensajes a Jeremías por primera vez durante el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.1:2 El año trece del reinado de Josías fue el 627 a. C.
3Los mensajes del Señor continuaron durante el reinado de Joacim, hijo de Josías, hasta el año once del reinado de Sedequías, otro de los hijos de Josías. En agosto1:3 En hebreo En el quinto mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Varios sucesos del libro de Jeremías pueden corroborarse con las fechas que aparecen en los registros babilónicos que se han conservado y pueden relacionarse de manera precisa con nuestro calendario moderno. El quinto mes del año once del reinado de Sedequías cayó entre los meses de agosto y septiembre del 586 a. C. Ver también 52:12 y la nota al pie de página. de ese año once, la gente de Jerusalén fue llevada cautiva.
El llamado de Jeremías y las primeras visiones
4El Señor me dio el siguiente mensaje:

5—Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre;
antes de que nacieras, te aparté
y te nombré mi profeta a las naciones.

6—Oh Señor Soberano —respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!
7—No digas: “Soy demasiado joven” —me contestó el Señor—, porque debes ir dondequiera que te mande y decir todo lo que te diga.
8No le tengas miedo a la gente, porque estaré contigo y te protegeré. ¡Yo, el Señor, he hablado!
9Luego el Señor extendió su mano, tocó mi boca y dijo:

«¡Mira, he puesto mis palabras en tu boca!
10Hoy te doy autoridad
para que hagas frente a naciones y reinos.
A algunos deberás desarraigar, derribar,
destruir y derrocar;
a otros deberás edificar
y plantar».

11Después el Señor me dijo:
—¡Observa, Jeremías! ¿Qué es lo que ves?
—Veo una rama de almendro —contesté.
12—Así es —dijo el Señor—, y eso significa que yo estoy vigilando1:12 El término hebreo para «vigilando» (shoqued) suena como el término hebreo para «almendro» (shaqued) del versículo 11. y ciertamente llevaré a cabo todos mis planes.
13Después el Señor me habló nuevamente.
—¿Qué es lo que ves ahora? —me preguntó.
—Veo una olla de agua hirviendo que se derrama desde el norte —contesté.
14—Sí —dijo el Señor—, porque el terror del norte hervirá y se derramará sobre la gente de esta tierra.
15¡Escucha! Estoy llamando a los ejércitos de los reinos del norte para que vengan a Jerusalén. ¡Yo, el Señor, he hablado!

»Establecerán sus tronos
a las puertas de la ciudad;
atacarán los muros de Jerusalén
y a todas las demás ciudades de Judá.
16Pronunciaré juicio
contra mi pueblo a causa de toda su maldad,
por haberme abandonado y por quemar incienso a otros dioses.
¡Sí, ellos rinden culto a ídolos que hicieron con sus propias manos!

17»Levántate y prepárate para entrar en acción.
Ve y diles todo lo que te ordene decir.
No les tengas miedo,
o haré que parezcas un necio delante de ellos.
18Mira, hoy te he hecho fuerte,
como ciudad fortificada que no se puede conquistar,
como columna de hierro o pared de bronce.
Te enfrentarás a toda esta tierra:
a los reyes, a los funcionarios, a los sacerdotes y al pueblo de Judá.
19Ellos pelearán contra ti, pero fracasarán,
porque yo estoy contigo y te protegeré.
¡Yo, el Señor, he hablado!
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