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Esperanza en la fidelidad del Señor
1Yo soy el que ha visto las aflicciones
que provienen de la vara del enojo del Señor.
2Me llevó a las tinieblas,
y dejó fuera toda luz.
3Volvió su mano contra mí
una y otra vez, todo el día.

4Hizo que mi piel y mi carne envejecieran;
quebró mis huesos.
5Me sitió y me rodeó
de angustia y aflicción.
6Me enterró en un lugar oscuro,
como a los que habían muerto hace tiempo.

7Me cercó con un muro, y no puedo escapar;
me ató con pesadas cadenas.
8Y a pesar de que lloro y grito,
cerró sus oídos a mis oraciones.
9Impidió mi paso con un muro de piedra;
hizo mis caminos tortuosos.

10Se escondió como un oso o un león,
esperando atacarme.
11Me arrastró fuera del camino, me descuartizó
y me dejó indefenso y destruido.
12Tensó su arco
y me hizo el blanco de sus flechas.

13Disparó sus flechas
a lo profundo de mi corazón.
14Mi propio pueblo se ríe de mí;
todo el día repiten sus canciones burlonas.
15Él me llenó de amargura
y me dio a beber una copa amarga de dolor.

16Me hizo masticar piedras;
me revolcó en el polvo.
17Me arrebató la paz
y ya no recuerdo qué es la prosperidad.
18Yo exclamo: «¡Mi esplendor ha desaparecido!
¡Se perdió todo lo que yo esperaba del Señor!».

19Recordar mi sufrimiento y no tener hogar
es tan amargo que no encuentro palabras.3:19 O es amargura y hiel.
20Siempre tengo presente este terrible tiempo
mientras me lamento por mi pérdida.
21No obstante, aún me atrevo a tener esperanza
cuando recuerdo lo siguiente:

22¡El fiel amor del Señor nunca se acaba3:22 Así aparece en la versión siríaca; en hebreo dice del Señor nos guarda de la destrucción.!
Sus misericordias jamás terminan.
23Grande es su fidelidad;
sus misericordias son nuevas cada mañana.
24Me digo: «El Señor es mi herencia,
por lo tanto, ¡esperaré en él!».

25El Señor es bueno con los que dependen de él,
con aquellos que lo buscan.
26Por eso es bueno esperar en silencio
la salvación que proviene del Señor.
27Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad
al yugo de su disciplina:

28Que se queden solos en silencio
bajo las exigencias del Señor.
29Que se postren rostro en tierra,
pues quizá por fin haya esperanza.
30Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean
y que acepten los insultos de sus enemigos.

31Pues el Señor no abandona
a nadie para siempre.
32Aunque trae dolor, también muestra compasión
debido a la grandeza de su amor inagotable.
33Pues él no se complace en herir a la gente
o en causarles dolor.

34Si la gente pisotea
a todos los prisioneros de la tierra,
35si privan a otros de sus derechos,
desafiando al Altísimo,
36si tuercen la justicia en los tribunales,
¿acaso no ve el Señor todas estas cosas?

37¿Quién puede ordenar que algo suceda
sin permiso del Señor?
38¿No envía el Altísimo
tanto calamidad como bien?
39Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos,
habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados?

40En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos
y volvamos al Señor.
41Levantemos nuestro corazón y nuestras manos
al Dios del cielo y digamos:
42«Hemos pecado y nos hemos rebelado,
y no nos has perdonado.

43»Nos envolviste en tu enojo, nos perseguiste
y nos masacraste sin misericordia.
44Te escondiste en una nube
para que nuestras oraciones no pudieran llegar a ti.
45Nos desechaste como a basura y como a desperdicio
entre las naciones.

46»Todos nuestros enemigos
se han pronunciado en contra de nosotros.
47Estamos llenos de miedo,
porque nos encontramos atrapados, destruidos y arruinados».
48¡Ríos de lágrimas brotan de mis ojos
por la destrucción de mi pueblo!

49Mis lágrimas corren sin cesar;
no pararán
50hasta que el Señor mire
desde el cielo y vea.
51Se me destroza el corazón
por el destino de todas las mujeres de Jerusalén.

52Mis enemigos, a quienes nunca les hice daño,
me persiguieron como a un pájaro.
53Me arrojaron a un hoyo
y dejaron caer piedras sobre mí.
54El agua subió hasta cubrir mi cabeza
y yo exclamé: «¡Este es el fin!».

55Pero desde lo profundo del hoyo,
invoqué tu nombre, Señor.
56Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego!
¡Oye mi grito de socorro!».
57Así fue, cuando llamé, tú viniste;
me dijiste: «No tengas miedo».

58Señor, has venido a defenderme;
has redimido mi vida.
59Viste el mal que me hicieron, Señor;
sé mi juez y demuestra que tengo razón.
60Has visto los planes vengativos
que mis enemigos han tramado contra mí.

61 Señor, tú oíste los nombres repugnantes con los que me llaman
y conoces los planes que hicieron.
62Mis enemigos susurran y hablan entre dientes
mientras conspiran contra mí todo el día.
63¡Míralos! Estén sentados o de pie,
yo soy el objeto de sus canciones burlonas.

64 Señor, dales su merecido
por todo lo malo que han hecho.
65¡Dales corazones duros y tercos,
y después, que tu maldición caiga sobre ellos!
66Persíguelos en tu enojo
y destrúyelos bajo los cielos del Señor.
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